Según la APA (American Psychological Association), hay diversos estudios que demuestran la efectividad del mindfulness para salvaguardar la salud mental. Así pues, el mindfulness tiene los siguientes beneficios para quienes lo practiquen con regularidad:
Reduce los pensamientos obsesivos
Algunos estudios han demostrado que practicar mindfulness hace que nos comamos menos la cabeza. En un estudio se le pidió a 20 meditadores novatos que participaran en un retiro intensivo de mindfulness de 10 días de duración. Una vez volvieron del retiro, este grupo mostró una sensación subjetiva de relajación y bienestar al compararlo con otro grupo que no se habían ido de retiro. Además, alegaron padecer menos síntomas depresivos y menos pensamientos intrusivos.
Alivia el estrés
El mindfulness se centra en enfocarse totalmente en las experiencias presentes, es decir, en el momento que se está viviendo, lo que nos aleja de pensamientos obsesivos y de rumiar en exceso. Hay investigaciones que asocian las sesiones de mindfulness con una bajada inmediatamente posterior del estrés. A su vez, el mindfulness impulsa la capacidad de las personas para regular sus emociones y desarrollar estrategias personales para lidiar con emociones conflictivas. De esta forma, las personas que practican mindfulness pueden discriminar entre las emociones que sienten y cribarlas, procesándolas de forma más sana.
Mejora la memoria
También está demostrado que el mindfulness contribuye a conservar la memoria a corto plazo, especialmente en situaciones estresantes crónicas. En un estudio se examinó los niveles de estrés de un grupo de militares que no meditaban, otros que sí meditaban y otro grupo de personas sin conexión alguna con la actividad militar.
Ambos grupos relacionados con lo militar mostraron unos niveles elevados de estrés continuado. No obstante, los militares que meditaban tenían mayor capacidad para retener información (es decir, memoria a corto plazo) que el grupo de militares que no practicaban mindfulness. Aparte de estos hallazgos, los mismos militares que meditaban afirmaban que habían percibido una mejoría en su capacidad de memorización.
Potencia la atención y la concentración
Al desarrollar la conciencia de manera intencional, entrenamos nuestra mente para estar más alerta y atentos a lo que está sucediendo en el aquí y ahora, lo que mejora nuestra capacidad de atención. Además, practicar mindfulness nos permite tomar conciencia de nuestras distracciones y redirigir nuestra atención para concentrarnos en acciones concretas como la respiración. Si practicamos mindfulness regularmente, podremos mantener la atención en una sola tarea sin distracciones indeseadas durante un mayor período de tiempo.
Nos enseña a controlarnos emocionalmente
El primer paso para controlar nuestras emociones es ser conscientes de ellas. El mindfulness nos invita a observar nuestras emociones sin juzgarlas ni reaccionar automáticamente ante ellas. Al practicar la atención plena, desarrollamos la capacidad de reconocer nuestras emociones en el momento presente e identificarlas.
En lugar de identificarnos plenamente con nuestras emociones y dejar que nos controlen, con el mindfulness aprendemos a observarlas desde una perspectiva más objetiva, a desvincularnos de ellas y a tomar decisiones más sabias en frío. Adicionalmente, el mindfulness nos brinda la oportunidad de utilizar técnicas de regulación emocional, como la respiración consciente, la visualización o la atención focalizada con el fin equilibrar nuestras emociones de manera que reinen en nosotros la calma y la templanza.
Nos ayuda a mantener relaciones más sanas con los demás
Como ya hemos mencionado, uno de los beneficios del mindfulness es que desarrolla un mejor autocontrol y regulación emocional. Estas habilidades son fundamentales en nuestras relaciones, ya que nos permiten responder de forma madura en lugar de reaccionar impulsivamente ante los desafíos y conflictos que puedan surgir.
Además, el mindfulness fomenta la cultivación de la empatía y la compasión hacia los demás. Por tanto, desarrollamos una mayor comprensión de las experiencias de los demás, nos motiva a ponernos en el lugar del otro y a comprender sus experiencias personales. Todo esto se traduce en mayores posibilidades de establecer relaciones sanas con nuestro entorno.
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